29 DE AGOSTO, MARTIRIO SAN JUAN BAUTISTA

“Dame una conciencia pura para vivir para ti, escucharte a ti y servirte a ti en mis hermanos”

Hasta el mismo rey Herodes se preocupaba por ti, incluso pensó que tú eras Juan el Bautista resucitado. Su conciencia no le dejaba tranquilo tras haber mandado matar a tu primo Juan.

Es la historia que se repite a lo largo de los siglos: corrupción, lucha de poder, asesinatos, abusos, la decadencia del ser humano por no seguir la conciencia rectamente formada.

Son modos de actuar humanos que criticamos en los políticos, empresarios, figuras públicas, pero que no nos vendría mal aplicar a nuestra vida.

Herodes había mandado a la cárcel a Juan el Bautista porque como profeta le había recriminado que no le estaba permitido vivir con la mujer de su hermano. Y a pesar de quererle quitar la vida, temía a la gente porque lo veían como un profeta. Vemos aquí un hombre dividido que ha roto su conciencia y actúa para los demás.

Busca callar su conciencia con una injusticia y busca mantenerse en el poder contentando a la gente. Pero ahora, ya no va a ser a la gente, sino a sus invitados a los que va a contentar siendo fiel a su juramento de dar a su hijastra todo lo que pidiese. Su amante, la madre de la niña le pide la cabeza de Juan el Bautista. Otra persona más que busca acallar su conciencia silenciando los gritos del profeta.

Así Herodes por su juramento y por no quedar mal con los invitados, acaba con la vida de Juan el Bautista.

Aunque yo esté lejos de actuar así, te pido Jesús que me des la fuerza para mantener mi conciencia siempre fuerte, dócil y humilde a tus designios. En primer lugar a buscar el bien y evitar el mal. A seguir esa voz interna que es el eco de la tuya. A no hacer a los demás lo que no quiero que me hagan. A no justificarme con calmantes como: “todo el mundo lo hace”, “está de moda”, “no hay nada que pueda hacer”; “nadie se va a enterar”.

Quiero vivir una vida buena, para que como la tuya, pase por esta vida haciendo el bien. Que cuando la gente me vea alabe a Dios, no por mí, sino por ser un reflejo de tu amor y tu bondad.

Ayúdame cada día a limpiarme con silencio en oración íntima contigo, para que borres de mi conciencia cualquier mancha de mundanidad, soberbia y vanidad. Dame una conciencia pura para vivir para ti, escucharte a ti y servirte a ti en mis hermanos.

Meditar: Mc 6,17-29

Propósito: Examinar mi conciencia y pedir luz al Espíritu Santo para borrar todo rastro de criterios del mundo que no sean de Dios.

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