“Dame fuerza para desde mi interior vivir mi relación contigo y con tu Padre con la libertad de los hijos de Dios”
En esta ocasión Jesús me presentas para mi meditación un discurso donde criticas a los doctores de la ley y a los fariseos. Los llamas hipócritas por su falta de coherencia.
Hoy vas a pronunciar cuatro “ayes” o plagas. No me quiero quedar sólo en la crítica que haces a ellos sino cómo también en mi vida estos “ay de ustedes”, se pueden convertir en “ay de mí”… me conviene mirarme al espejo para aprender, cambiar y vivir de cara a ti Jesús.
El primer “ay” se dirige contra ellos porque cierran la puerta de tu Reino. ¿Cómo la cierran? Presentando a tu Padre como un juez severo y no dejando espacio a su misericordia. Imponiendo en nombre de Dios leyes que no tienen que ver con los mandamientos, apagando todo deseo de servir a tu Padre.
Y yo reconozco que tu cercanía y misericordia, que es rostro de la del Padre, ha conquistado mi corazón. Porque sin ti y tu corazón abierto, ¿dónde estaría yo, Jesús? Y tu vida es un ejemplo de sencillez y de libertad. Ayúdame a vivir abriendo mi corazón a tu Reino y abriendo también el de mis hermanos siendo testigo fiel de tu misericordia.
Tu segundo “ay” es porque usan la religión para enriquecerse. De ahí tu reacción al entrar en el templo y tumbar las mesas de los cambistas y de los que vendían animales. Y puedo pensar que esta queja tuya no se aplica a mi vida, pues no comercio con la religión. Pero también en mi interior puede haber un comercio con mis pasiones, con monedas que son aquellas gratificaciones inmediatas que busco en mi vida. También cuando busco cumplir lo mínimo, solo ir a misa los domingos, funerales, bodas, pero en el fondo, me importa más la seguridad de la riqueza y de mi comodidad. Ayúdame a escuchar tu “ay” dirigido a mí y tumbar con generosidad todo lo que en mi interior me robe tu amistad.
El tercer “ay” es un reclamo a su proselitismo, a su afán de ganar adeptos, para formar parte de su grupo. Y en mi vida, en nuestra vida, en la vida de la Iglesia a veces sí veo que puede importarnos más el pertenecer a un grupo, buscar mi seguridad dentro de él y olvidarme de tu nombre, del servicio, de los que no son como yo o no pertenecen a mi grupo. Ayúdame a ser misionero por atracción, para que cuando me vean me digan: “si éste es su discípulo, ¿cómo será su maestro?”
Y el cuarto “ay” es una queja contra los fariseos que viven haciendo juramento. Y en este juramento encuentran su seguridad. Es una religiosidad hacia fuera, pero tú, Jesús, me enseñaste, que lo mejor es vivir hacia dentro, para que mi palabra sea “sí, sí” “no, no”. Dame fuerza para desde mi interior vivir mi relación contigo y con tu Padre con la libertad de los hijos de Dios.
Meditar: Mt 23, 13-22
Propósito: Rezar un Padrenuestro y pedirle a Dios que abramos nuestro corazón para limpiarlo de cualquier actitud que nos aleje de Él.