XXI VIERNES TIEMPO ORDINARIO

“Vigilar y esperar a quien se ama: encender la lámpara del amor y tener el aceite de la esperanza siempre disponible”

Nuevamente me hablas del Reino de los cielos usando la parábola de las diez jóvenes que con lámparas deberían salir al encuentro del esposo.

Es una tradición de tu tierra muy hermosa, que formaba parte de todos los preparativos para una boda. Era una gran fiesta y duraba más de una semana. Todo el pueblo salía el encuentro de los novios y compartía con ellos. El tiempo parecía detenerse, no había nada más importante que acompañar a los novios.

Entre las diez, había cinco previsoras y cinco descuidadas. Las previsoras llevaron sus lámparas para salir al encuentro, y también llevaban aceite de sobra por si se retrasaba. Las descuidadas no llevaron aceite extra. Como tardó el novio, les llegó sueño y se durmieron.

Un grito las despertó, salieron a buscar al novio y oh sorpresa, las descuidadas no tenían ya aceite y pidieron a las previsoras, pero éstas, concentradas en el esposo, salieron y no les dieron. Sólo las previsoras se encontraron con el esposo porque podían ver y lo guiaron.

Y este ejemplo también quieres que viaje a través del tiempo y me llegué a mí. Quizás la tradición no se aplica a nuestra cultura, pero sí la actitud. Vigilar y esperar a quien se ama: encender la lámpara del amor y tener el aceite de la esperanza siempre disponible. Esto es lo que me pides. No basta con tener la lámpara encendida un tiempo, sino estar listo a cualquier hora. El amor no deja para después, es previsor, busca prepararse, elige los mejores medios para en cualquier hora poder salir al encuentro de la persona amada.

Pero yo, reconozco Jesús, que muchas veces me dejo llevar por el ahora. Y si no es ahora, inmediatamente, mi fe se tambalea porque no sé esperar. Ayúdame a buscar esperar, sin prisas, sin cansancio, aunque me duerma en la fe, quiero estar listo, poder encender a todas horas la luz de mi corazón para salir en tu búsqueda.

Meditar: Mt 25, 1-13

Propósito: Preguntarme delante de Jesús, en un momento de oración si mi esperanza está viva y si lo busco con fe y constancia.

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